domingo, 26 de febrero de 2012
Dialécticas
La Reforma Laboral sigue dando coletazos y  podemos aventurar algunas conclusiones. La primera es que era necesario hacer  una reforma y, esta, es de calado. Sin embargo, al margen de dejar sin tratar,  al menos hasta el momento, los contratos temporales, esta Reforma va a provocar  más paro a corto plazo. Debía fomentar ahora el empleo y abaratar el despido en  el futuro -cuando se esté creando empleo-, pero la sensación es que va a  provocar lo contrario: despido a corto plazo con 20 días de indemnización,  puesto que todas las empresas llevan tres trimestres con caídas en sus ventas, y  a medio plazo se creará empleo cuando las expectativas cambien. Además, ha  puesto sobre la mesa la vieja dialéctica de empresarios y trabajadores, como dos  agentes económicos enfrentados y ha concluido que han ganado los empresarios.  Afrontar los tiempos actuales con esta vieja dialéctica de finales del XIX, no  parece lo más adecuado. Más vale comprender que, en la actualidad, la creación  de valor y la mejora de la productividad se consiguen con los trabajadores y los  empresarios actuando en la misma dirección y no enfrentados. Y, de otra parte,  un trabajador puede pasar a ser empresario y un empresario pasar a ser  trabajadores sin que tenga que arrepentirse de traicionar a una clase por pasar  a otra. Si me apuran, en los tiempos actuales, ni siquiera la dialéctica de ser  de derechas o de izquierda, o ser conservador o progresista dicen ya nada. ¿No  es conservador mantener esta dialéctica empresarios-trabajadores del siglo XIX,  aunque te denomines progresistas? Hoy en día sólo existen dos dialécticas  útiles: eres de delante o de detrás y estás integrado en el sistema o te sientes  excluido por él. La primera dialéctica te obliga a enfrentarte al papel de las  tecnologías en la sociedad actual, la segunda te cuestiona la propia sociedad en  la que vives. 
sábado, 11 de febrero de 2012
La reforma laboral:
 Al fin salió la reforma  laboral. (He dejado en la página de "Informes" de mi web -www.jmokean.com-, tanto la presentación difundida  por el Ministerio de Empleo como el Real Decreto-ley, que puesto que modifica el  Estatuto de los Trabajadores es un poco enrevesado de leer, supongo que en breve  harán un texto refundido y al tramitarlo como Decreto-ley, imagino que los  catalanes y los vascos aún modificarán algo). Las primeras noticias que  aparecieron eran un poco inquietantes, al igual que la pugna que parecía existir  entre varios Ministros al respecto. Después empezaron a aparecer las noticias.  Tras analizarlo con cierta rapidez, he de decir que ningún medio de comunicación  recoge la cantidad de aspectos que regula esta reforma. Es un cambio profundo en  el marco laboral que ya necesitábamos. Los aspectos más relevantes se conocen,  el despido improcedente pasa de los 45 a los 33 días (aunque este contrato ya  existía) y abre la posibilidad de despedir con 20 de indemnización si se produce  una caída en las ventas de las empresas en tres trimestres. Esto ayudará a  ajustar las plantillas con más rapidez en el futuro ante nuevas crisis. Quizás  lo más relevante de la reforma son los incentivos que da al empleo juvenil, de  mayores de 50 años, de mujeres e indefinido en forma de subvenciones y de  aminoración de las cargas sociales. También suelta lastres en la duración de los  convenios sin acuerdo que estaban originando cierta espiral inflacionista,  intenta generar un marco diferente para evitar el absentismo e incluso reduce  sustancialmente las indemnizaciones blindadas de los banqueros de entidades que  hayan recibido fondos públicos y de directivos de empresas públicas.  
  Pero todo esto, en mi  opinión, y aunque es mucho, no es el objetivo principal que debemos perseguir  con la reforma laboral. Para cambiar nuestro modelo económico tenemos que  mejorar la competitividad y especialmente la productividad. Para ello  necesitamos mejorar el nivel tecnológico de nuestras empresas y la formación de  nuestros trabajadores y esto requiere un marco estable de relaciones laborales.  Los contratos temporales siguen vigentes con un indemnización de 12 días por  año. Es verdad que esta reforma permite el encadenamiento de estos contratos  hasta un máximo de 24 meses, pero al final va a interesar más a los empresarios  este contrato que no optar por las nuevas tipologías contractuales. Y más aún  cuando los incentivos económicos actuales sean derogados. Tenemos que cerrar  esta puerta que hemos dejado abierta o no vamos a generar el marco adecuado para  salir de la situación en la que estamos.
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