sábado, 21 de mayo de 2011

"Indignaos"

Me pasé ayer por la acampada del movimiento 15M a ver si veía a mis alumnos de la Universidad. Me habían advertido que faltarían a clase esta semana pasada. Ya había comentado con ellos la decepcionante sensación que sentí tras la lectura del panfleto de Hessel y como el hiperindividualismo de los tiempos hipermodernos de Lipovetsky adevertía de la dificultad de articular movimientos colectivos útiles de protesta, ante la situación de crisis económica y social que nos atenaza. La sospecha de si era un movimiento articulado por las "fuerzas progresistas" para activar el voto y las similitudes con la movida del 11M, me parecieron suficientes argumentos para echar un vistazo. Después de estar allí observando un buen rato, de sentir primero la nostalgia de la juventud de los de mi generación, después la duda de la manipulación de la concentración por los partidos políticos y quizás la oportunidad de estar viviendo algo histórico, observé con detalle a las personas que estaban allí, que aún siendo de diferentes edades tenían algo en común: unos no habían "tocado bola en la vida" y otros piensan que no van a tocarla. Claro, sin duda había curiosos y nostálgicos y jóvenes que se estaban divirtiendo con el evento, pero creo que la esencia de la indignación es esta. Los que por una u otra razón no han tocado bola y los que creen que no van a hacerlo, están indignados de que cuando la crisis nos envuelven sean ellos los primeros que pierden sus puestos de trabajo y sus oportunidades de encontrarlo y que cuando el Estado asume los instrumentos de política económica, sea para rescatar bancos, cuando los dirigentes de los mismos han sido de los principales responsables de la crisis financiera, expandiendo el crédito por encima de lo razonable, emitiendo activos sin garantías y concediendo préstamos a quienes no podían pagarlos. Y además, ahora, muestran como se mantienen sus sueldos a personas que ganan 40 veces menos.  Y otra cuestión adicional es cómo se "toca bola" en nuestro país, cuando la búsqueda de renta y la corrupción nos sorprende en cada esquina, en lugar del esfuerzo, la tenacidad, la creatividad y la inteligencia. En fin el altar barroco lleno de adornos y autosatisfacciones previo a la crisis, se ha quedado en cuadro y las vigas que lo sostenían, estamos descubriendo que están apolilladas por lo peor de nosotros mismos.

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