sábado, 2 de junio de 2012
Malas vibraciones:
Esta es la
sensación
que hoy nos envuelve. Después de esperar un tiempo prudencial, hoy vemos que el
esquema del Gobierno sobre cómo salir de la crisis no ha funcionado. Es
evidente, que no ha conseguido, con el cambio de Gobierno y las medidas de los
viernes, que la confianza retornara a los agentes económicos para que el Consumo
y la Inversión tomaran el relevo del Gasto Público. Además en las últimas
semanas parecemos griegos y todas nuestras afirmaciones pasadas sobre el control
del déficit público y la solvencia del sistema financiero se han visto que son
falsas. Y para colmo hoy tenemos la sensación que estamos aplicando ese dicho de
que "cada palo aguante su vela". Del BCE nos mandan una andanada de reproches
sobre cómo hemos llevado a cabo la reforma financiera, el Comisario Europeo pone
en cuestión casi todas las reformas estructurales de las que el Gobierno estaba
tan orgulloso, el Gobernador del Banco de España dice que le gustaría hablar
pero que le han pedido que se calle, el expresidente de Bankia lanza más
reproches aún cuando debería estar callado e incluso un presidente de uno de los
bancos medianos dice que la intervención de Bankia atenta contra la competencia
de un sistema financiero que oculta sus agujeros, no da crédito y se ha
convertido en el principal problema de la economía española, precisamente por su
manera de gestionar el crédito y la politización en la que han vivido. Malas
vibraciones, eso es lo que tenemos. Seguramente el Presidente del Gobierno
debería enfundarse esa camiseta de la selección española con el número 10, con
la que hoy aparece en la prensa, y empezar a robar balones al adversario y
a dar juego a la economía española siguiendo las pautas de la UM, que es quien
manda, pero puede que no sepa y también puede que parte de todos nosotros ya no
queramos jugar. Dicen que un nuevo Gobierno tiene entre seis y nueve meses para
cambiar las cosas. En nuestro caso ese tiempo ha terminado. La política de que
cada Ministro tome sus decisiones y el Presidente se mantenga en la retaguardia
ha fracasado. Ya no hablamos de cambio de modelo productivo, ni de mejorar la
competitividad, ni de diseñar un modelo de país....., hablamos de defendernos,
de echar balones fuera y tomar aire, de ir cada uno por su lado. En
democracia hay dos maneras de gobernar: con una mayoría suficiente y un
liderazgo que genere confianza y anime a todos a caminar en una dirección o con
un consenso permanente que evite el conflicto social a costa de mantener las
relaciones de poder. La esperanza de cambiar se está disipando. Queda pues
la salida caótica, individualizada, ajena al juego en equipo, incierta.
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