lunes, 25 de marzo de 2013

Planes de Estabilización: una nueva versión.


Hay muchos ejemplos de Planes de Estabilización económicos desde los años 70. El Plan Cavallo en Argentina, el de Cardoso en Brasil o el de Boyer en España, entre otros.  Los países se ven avocados a estos planes cuando después de un ciclo expansivo intenso, con subidas de precios o estallidos de burbujas financieras o inmobiliarias, presentan déficits gemelos (fiscal y exterior),  inician una recesión del PIB, que incrementa el paro, y la deuda externa y las necesidades de financiación corriente, requieren ayuda externa para atender las obligaciones financieras, mientras el mantenimiento de los tipos de cambios se hace insostenible.
Por lo general un Plan de Estabilización requiere entre uno y dos años para empezar a dar frutos y suelen diseñarse con políticas tanto sobre la Demanda Agregada como sobre la Oferta. Las políticas de Demanda conllevan una fuerte devaluación de la moneda para ganar competitividad y solucionar el déficit exterior. En paralelo es necesario realizar una política monetaria restrictiva que controle la inflación para evitar que la ganancia de competitividad, vía devaluaciones, se neutralice con la subida de precios. Y, finalmente, la política fiscal debe ser restrictiva para aminorar el déficit público y hacer la financiación de la deuda pública más plausible. Por lo general el FMI suele facilitar estos Planes con ayudas financieras en divisas que contribuyen a estabilizar la nueva paridad de la moneda y refinanciar la deuda externa. Ni que decir tiene que una política de esta índole, hasta que el sector exterior empiece a tirar de la economía, origina de inmediato un incremento del desempleo y agudiza la recesión.
Pero las medidas de los Planes de Estabilización no terminan ahí. Hay que actuar también sobre la Oferta Agregada. Suelen ser necesarias políticas estructurales que mejoren el funcionamiento del tejido productivo de carácter industrial, tecnológico, financiero, educativo y laboral; siempre inspiradas en aumentar el grado de competencia de los mercados y dotar de una mayor flexibilidad al sistema. Adicionalmente un Pacto de Rentas ayuda a moderar los salarios para mejorar la competitividad y moderar la inflación, reparte los costes del ajuste al moderar los beneficios empresariales y ayuda a crear un clima de comprensión en la necesidad del ajuste y a mejorar  la confianza de familias y empresas.
La salida de estas situaciones es larga y costosa. Después de un año largo de ajuste, de recesión y paro, se empieza a realizar una política monetaria más expansiva y el crédito mejora, al no requerir el Estado todos los recursos financieros para financiar el déficit público, que debe estar ya controlado. Las exportaciones empiezan a tirar de la economía y el Consumo interno y la Inversión recuperan la demanda, la producción y el empleo.
La cuestión que debemos plantearnos después de esta introducción, algo larga, es ¿que estamos haciendo en España y en buena parte de los países de la UM denominados periféricos?
Naturalmente, no ha habido devaluaciones, la política monetaria sigue siendo expansiva y en general los precios suben, el ajuste fiscal está siendo muy lento debido a la presión social y a la negativa de la clase política a reducir el marco institucional que ha creado; los Pactos de Rentas no se han planteado y las reformas estructurales son tímidas hasta el momento, al menos en la economía española y a pesar de lo que cree el Gobierno.
La realidad es que estamos llevando a cabo un Plan de Estabilización incompleto basado en un largo parón económico que reduce importaciones, aumenta el paro y esto modera los salarios ganando así competitividad. De momento las Exportaciones ya están respondiendo. El ajuste fiscal y la reforma financiera terminarán dejando crédito disponible para familias y empresas y finalmente el Consumo y la Inversión mejorarán. Pero nos va a costar mucho tiempo regenerar el 20% del tejido productivo que hemos perdido y la alta tasa de paro que sigue generandose.
Es una nueva tipología de Plan de Estabilización. Ante la imposibilidad de las devaluaciones, hay que ganar competitividad vía costes; y en ausencia de Pactos de Rentas, sólo una elevada y pertinaz tasa de paro nos convencerá de que aceptemos salarios más reducidos. Y, salvo que imaginemos instrumentos diferentes en el seno de la UM, esto es lo que nos deparará el futuro cuando tengamos que ajustar una economía. Cuando salgamos de esta, más nos vale no volver a gastar lo que no tenemos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Austeridad vs. Estímulo.


Este puede ser uno de los debates más interesantes que podemos considerar en la actualidad y que enfrenta dos maneras de afrontar la crisis con casos que permiten visualizar la diferencia de ambas políticas. Del lado de los países que intentan superar la crisis económica mediante las políticas de estímulos tenemos a USA, Japón o el Reino Unido.  Del otro lado el ejemplo más significativo son los países que integran la Unión Monetaria. Los primeros son países con monedas con tipos de cambio flexibles, que pueden ganar competitividad mediante depreciaciones de sus tipo de cambio, y con gobiernos competentes para realizar una política fiscal para toda la economía nacional. Los segundos constituyen un área comercial muy heterogénea, con fuertes relaciones económicas internas, una única moneda, con competencias fiscales dispersas entre todos los gobiernos y un modelo para la toma de decisiones de política comunitaria, enormemente complejo, en el que prevalece, en la actualidad, el criterio del país con mayor peso económico: Alemania.
Pero al margen de estas características evidentes, detrás de esta disyuntiva entre austeridad y estímulo, existen dos concepciones de cómo deben funcionar los países y en ambos casos tienen una concepción, digamos keynesiana, del funcionamiento económico. Keynes pensaba que la Demanda Agregada era lo importante. Como es sabido, la DA tiene cuatro componentes: Consumo, Inversión productiva, Gasto Público y Exportaciones de bienes y a todo ello hay que restarle las Importaciones, que aminoran la Demanda Interna. Para Keynes, las situaciones de crisis debían superarse lanzando la DA y no esperando el ajuste automático a largo plazo:  "a largo plazo todos muertos" fue su frase inmortal. Y aquí es donde encontramos la primera diferencia clave entre ambas concepciones de hacer política económica. Los países que practican el estímulo llevan a cabo políticas fiscales expansivas, principalmente incrementando el Gasto Público. Esto termina produciendo, en primer lugar, lo que conocemos como "crowding out"; una estructura de la DA en la que el Gasto Público gana peso en la economía en detrimento de los componentes del sector privado. Países como USA, Japón o R.U., tienen actualmente déficits públicos del 7, 10 y 8 % de sus PIB; y una deuda pública acumulada del 110, 214 y 105 % del PIB respectivamente. Esta, digamos, es la concepción puramente keynesiana de cómo superar la crisis. Keynes no llegó a ver los efectos del fuerte endeudamiento público. Monetizarlo  aumenta el riesgo de la inflación y la experiencia de los años 70 e inicios de los 80, fue suficientemente dolorosa para seguir este camino.  La otra opción no es otra que financiar este déficit anual y la deuda que año tras año va acumulándose. Esta opción capta el crédito existente, sube el tipo de interés de los préstamos e impide que el Consumo y la Inversión mejoren y el sector público expulsa, como hemos dicho, al sector privado de la economía. A esto hay que añadir que países como USA, emisor de la divisa mundial, Japón, con un superávit en su cuenta corriente y una elevada tasa de ahorro, y R.U., con Londres como principal sede de los mercados financieros, suelen refinanciar su deuda pública con relativa facilidad a costes razonables.
La otra concepción de cómo debe estar estructurada la DA es la conocida como el "crowding in", consiste en apartar al sector público para que el crédito fluya a las familias y las empresas y el Consumo y la Inversión tiren de la economía. En el caso de Alemania, su déficit público es inexistente y su deuda pública emitida es del 88 % de su PIB. Pero todos los países de la UM no son como Alemania y aquí es donde surge el debate de cómo articular una política económica que nos saque de la crisis. Alemania impone seguir la senda del "crowding in", en primer lugar por que considera que es lo correcto y en segundo lugar porque iniciar una política de estímulo, haría incrementar su deuda nacional para pagar el posible crecimiento (o el despilfarro, según ellos) de países con políticas de gasto que consideran excesivas. Pero el resto de países están fuertemente endeudados y cualquier mejora en el crédito y en la renta disponible lo dedican a pagar sus deudas y no al Consumo o la Inversión productiva, por lo que la Demanda Agregada sigue desplomándose y las expectativas de familias y empresas hacen que el Consumo y la Inversión sigan cayendo y el paro aumentando.
Además y al margen de esta visión keynesiana de la economía en la que todo depende de la DA, la crisis de los años 70 y los procesos de "satgflation" en los que nos vimos sumidos con fuertes subidas del paro y la inflación de forma simultánea, nos planteó que el modelo keynesiano debía ser completado ante su falta de respuesta a este fenómeno de la estanflación. Así empezamos a pensar que la Oferta Agregada era también importante y que si conseguimos hacer política de rentas, que modere salarios y márgenes empresariales, y política estructural, que mejore la productividad de la economía y de flexibilidad a sus mecanismos de funcionamiento, habremos conseguido crecer sin inflación y podemos permitirnos tener subidas salariales que no resten competitividad.
Naturalmente, hacer políticas de estímulo que tiren de la DA cuando la OA es dinámica y responde a estos estímulos, como es el caso de USA o Alemania, es una buena política para salir rápido de la crisis. Pero si lo que no funciona es la OA, porque la estructura económica en inflexible y poco productiva, hacer políticas de estímulo es una solución puntual que no soluciona nada, eleva el déficit e incrementa la deuda, hace subir el tipo de interés y el Estado absorbe todo el crédito existente. Y el ejemplo de la economía española de la última legislatura es claro.
Pero mientras el paro sube y el malestar social presiona.
España está haciendo lo equivalente a un plan de estabilización sin poder devaluar la moneda y, en mi opinión, sin abordar a fondo los cambios en la OA que necesitamos con políticas estructurales y con políticas de rentas que faciliten la transición. El camino emprendido es el adecuado en el entorno de la UM que vivimos y teniendo en cuenta nuestras posibilidades de financiación. Aunque seguimos sin saber cuál es la estrategia de país que queremos. Los planes de estabilización suelen durar un par de años hasta que se empiezan a ver los fruto. Pero son dos años muy duros. Y en ello estamos, mejorando algunos aspectos de la economía productiva que esta reaccionando y saldadno nuestra cuenta corriente, atrayendo inversiones externas por la flexibilidad y la moderación salarial.... Pero el paro va a seguir muy alto demasiado tiempo.