Cada vez que estamos al borde del precipicio, se reúnen hasta la madrugada avanzada, los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Unón Europea, por aquello de la nocturnidad y alevosía y, tras el cansancio, anuncia el final de todos los problemas y un ramillete de felices soluciones. Respiramos todos un momento y la bolsa se recupera y la prima de riesgo desciende, hasta que leemos en los periódicos las declaraciones confusas de los líderes políticos, en la que todos ganan, unos ven condiciones y exigencias donde otros no las ven y, adicionalmente, no enteramos del procedimiento difuso para llevar a la práctica los acuerdos.
Mientras tanto Europa ni crece ni genera empleo. En el cuadro se observa como el crecimiento del PIB de la Eurozona (UEM) es inferior al de otras áreas geográficas.
Los interrogantes sobre los “quiénes”, “cuándo” y “cómo” se amontonan cuando no planteamos los grandes temas sobre los que se han llegado a los acuerdos: la compra de deuda pública de países con excesiva prima de riesgo, la ayuda directa a los bancos en dificultades, la unificación bancaria, la armonización fiscal y la ayuda al crecimiento. Las noticias que se filtran empiezan a dar fechas de entradas en funcionamiento de dichas soluciones, que van desde un mes a final del año en curso, mecanismos de control político interno -es decir que los alemanes lo acepten- que aún pueden dar al traste a varios acuerdos y condiciones y letra pequeña de diversa interpretación. Si en unos días los mercados financieros vuelven a las andadas, no nos debe extrañar.
Pero hemos avanzado, la apuesta por el mantenimiento del euro es clara, pero conseguir salir de la situación actual no será rápido. Nuestro modelo de emisión de señales económicas es confuso y nuestro modelo de toma de decisiones y asunción de responsabilidades es difuso. El eurosistema es un velero en el que todos saben qué hacer con buen tiempo y viento suave y sostenido. En plena tormenta la tripulación empieza a discutir sobre el rumbo, el trimaje de las velas y la posición de los tripulantes y, además, cuando llegan a un acuerdo se van todos a dormir y esperan al día siguiente. Y aún así seguimos sin naufragar……. Y este velero es la cuarta parte del PIB mundial.
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