Sólo cuando el sol levanta la niebla y el día aclara, percibimos como es el paisaje. Vemos entonces como se financian los partidos políticos, las actividades económicas que se realizan sin pagar IVA, los trabajadores que se contratan sin estar dados de alta para no pagar la cotizaciones sociales, las ayudas al desempleo y pensiones que se cobra por personas que están trabajando en la economía sumergida, los contratos y licencias que se obtienen con las diferentes administraciones públicas gracias al tráfico de influencia, los tratos de favor y el soborno, el uso particular e incluso en actividades delictivas de los fondos públicos... , y nos preguntamos en qué país vivimos. Y, quizás, si todos somos iguales. Si aceptaríamos pagos en B si alguien lo propusiese, si dejaríamos de pagar el IVA si fuera posible, si ocultaríamos ingresos en el impuesto de renta si nadie se enterase, si recurriríamos multas de tráfico por infracciones que sabemos que hemos cometido, si copiaríamos en cualquier tipo de examen...
Un libro de Francis Fukuyama (La confianza (Trust) 1995), nos advertía que hay países en los que en las relaciones entre los individuos impera la confianza y que esta supone un enorme capital social y un fuerte factor de crecimiento, mientras que en otros países el Estado regula en exceso estas relaciones porque se supone que el engaño impera en cualquier tipo de transacción.... ¿Cómo es nuestro país? Y qué podemos suponer que ocurre cuando quien regula a tanto desconfiado es el primero que engaña.
Después la niebla vuelve a bajar y dejamos de percibir lo que ocurre... Nos escudamos en la presunción de inocencia de quien maneja el dinero de todos, en la imposibilidad de la justicia de demostrar lo que realmente ha ocurrido y se exoneran responsabilidades.... La niebla densa cae y volvemos a la rutina diaria. Ahora, en plena crisis, en los días claros, nos enfadamos más, cuando vemos todo esto, porque nos están subiendo los impuestos y pagamos todos por los desmanes de quienes decían que actuaban persiguiendo el bien público. Pero en unos días la niebla volverá a ser densa.
¿Podemos construir un país de días claros?
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