"La Bolsa china se desploma", "el Gobierno chino persigue a los especuladores"..., son titulares de prensa. China se enfrenta al fin a las consecuencias de su nuevo modelo económico y del nuevo escenario: el capitalismo de Estado en la economía global postcrisis.
Antes de la crisis financiera, China era el gran exportador mundial y esto le permitía ser también el gran ahorrador mundial. Un país pobre en términos percápita, prestaba a los grandes países occidentales para que estos gastaran por encima de lo que generaban. Un mundo raro...pero que evitaba la presión financiera dentro de China, dado que los recursos financieros obtenidos por sus exportaciones, en lugar de comprar activos internos y hacer que subiera la Bolsa, viviendas etc., volvían a los países ricos y generaban allí este efecto burbuja con las consecuencias que conocemos.
Después de la crisis, los países occidentales empezaron sus ajustes y dejaron de comprar tantos bienes a China. La economía china cambió su estrategia e incentivó el Consumo y la Inversión interna y los recursos financieros externos, que siguen llegando por el saldo positivo de su cuenta corriente, fue alimentando la subida de los precios de bienes y activos chinos y la burbuja financiera empezó a inflarse. Ahora los tenedores de estos activos han pensado que el valor de los mismos no está justificado y empiezan a vender.
En fin, la corrección de otra burbuja financiera más.
¿Será importante el efecto sobre la economía real? A primera vista sí. El pueblo chino es muy ahorrador. El Estado no le protege suficientemente en pensiones, sanidad o desempleo y tiene que ahorrar. Una caída de la Bolsa disminuye el valor de lo ahorrado, es decir de la riqueza, y entonces la primera idea que se tiene es volver a ahorrar más y dejar de consumir y ahora el Consumo es el principal motor de la Demanda y la economía crecerá menos. Pero la economía china no funciona como las demás. El capitalismo de Estado, que de manera diferente también sigue Singapur, otorga al Estado instrumentos económicos de corrección diferentes a los de las economías occidentales. En el caso de China su moneda no cotiza con un tipo de cambio libre y flexible, las operaciones financieras están controladas y no es posible una fuga de capitales inmediata como ocurre en otras economías, pero habrá que observar qué medidas toman.
Lo que no hemos aprendido, ni los chinos ni nosotros, es que tan negativo para la economía es la inflación de los precios de los bienes, como una burbuja en la Bolsa o en el precio de las viviendas. Si suben los precios de los bienes nos parece mal y si sube constantemente la Bolsa nos parece perfecto. En esto, como en todo, hay que ir al fondo de las cosas. Si las acciones de una empresa suben porque los ahorradores creen que la empresa va a ganar más y a repartir más dividendos, no hay nada que objetar. Pero cuando el valor de las acciones sube porque, independientemente de cómo funcione la empresa, pensamos que las acciones van a subir y se podrán vender más caras, entonces entramos en la especulación. El Gobierno chino va a detener a los especuladores, no sé como los distinguirán con precisión, pero si encuentran la manera habrá que estar atentos. Si hiciéramos lo mismo, no sé donde podríamos alojar a este ingente ejército que incluye desde los inversores financieros más reputados a personas que diariamente juegan en la Bolsa con la esperanza de obtener unos ingresos extras. Quizás la tasa Tobin podría ayudar a evitar estas prácticas, el problema es que tendríamos que establecerlas todos los países. Lo que es claro es que la fiscalidad de las rentas de los capitales financieros y sus plusvalías es muy inferior a la fiscalidad de las rentas del trabajo y los incentivos son los que son: fomentamos la especulación. Aprendemos poco.
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